Con A de añorar a alguien, anhelaba tu visita.
El bautismo de fuego estaba servido.
Iba a poder comprobar de primera mano lo que vivo y siento,
lo que olvido y lo que tengo.
Quizá me reencontraría con mi pasado.
En este atardecer constante,
en el que el sol nunca se posa en el regazo del mar,
se oyen gritos al silencio,
hoy más que nunca.
Ya marqué la muesca en otro desengaño.
Ya borré tu nombre, a fuerza de lágrimas, grabado a fuego en mi alma.
Ya arreglé la grieta creada en la ilusión.
Ahora sólo me resta sentarme, tranquila, y esperar al olvido.
Con A de añorar a alguien, apunto mi naufragio en tu pecho.
Anoche leí esta frase...
«En ocasiones, cuando más ajeno estás a todo, cuando menos esperas que ocurra algo que altere tu vida, el destino te juega una mala pasada y te golpea en la cara con guante de hierro. Entonces miras a tu alrededor, desconcertado, y te preguntas por dónde vino el golpe y qué ha pasado exactamente para que el suelo se esté hundiendo bajo tus pies. Darías lo que fuera por borrar lo que ha sucedido, añoras tu normalidad, tus viejas costumbres, quisieras que todo volviera a ser como antes... Pero ese antes es otra vida, una vida a la que, incomprensiblemente, ya no puedes regresar.»
Matilde Asensi - El origen Perdido
... No sé porqué me hizo pensar en ti.
Desnuda. Dentro del círculo
Sin más compañía que la indiferencia que proporcionan doce llamas encendidas.
Sus pensamientos y ella. Curiosa combinación.
Fuera del círculo está él.
Sólo necesita una palabra suya para saberse libre.
Él da vueltas alrededor, ella no le mira.
Aunque no le vea, siempre está ahí.
De una forma o de otra, siempre está.
Espera.
Los minutos se deslizan por su piel.
Siente su respiración como algo que oprime su pecho, pero no puede evitarlo.
Pasos. Una voz que le habla.
Desde aquel preciso instante, fue suya para siempre.